Diario de PArís, 12 de julio de 2007
Sobre el modo de (au)sentarse en una silla. (II)
Quienes habéis tenido la ocasión de trabajar codo a codo conmigo, o de verme trabajar, sabéis que me levanto mucho de la silla. Que voy a por algo, o simplemente cambio de postura, o me levanto y me siento. Eso, creo, es un modo de (au)sentarse en una silla. Pero os diré una cosa, si estoy escribiendo un informe o algo sin mayor relevancia que terminarlo, entonces no me levanto, prosigo y prosigo hasta que le doy fin, entonces me quito las gafas, me froto los ojos y me levanto de una vez por todas.
Cuando me levanto con frecuencia es cuando estoy escribiendo o pensando con el abismo al frente, entonces no hay quien me deje quieto. Estoy escribiendo un relato y lo planeo, más o menos, sentado. Entonces empieza a avanzar y yo me voy levantando cada vez más, no lo soporto, seguir escribiendo quiero decir, me levanto nervioso y camino por la habitación como un fiera encerrada. Después vuelvo a sentarme, una frase o dos y fuera de la silla. Creo que este es un modo, quizá demasiado evidente, de (au)sentarse en una silla.
Pero no quería hablar de ese modo, sino del modo en que lo hace Odradek. Él, conforme a la media, apuesta por sillas cada vez más altas, sillas seguras en algún lugar de estabilidad laboral y salarial. Puedes verle en su silla, nadie dudaría de que está allí, ni el banco, ni su familia, ni sus suegros, nadie pondrá en duda que ocupa una silla. Y, sin embargo, no está en la silla, está a un lado de la silla, mirando sin juicio, con la sorpresa reservada a los ingenuos esa silla que dicen que le pertenece. Puedes verle en su silla, pero cuando habla desplaza la silla de tal modo que el común de la gente ya no sabe si está mirando la silla o a la voz.
Este creo, es el método correcto de (au)sentarse en una silla según las directrices heredadas del Instituto Benjamenta de Patafísica.
1 comentario
Odradek asentado -
En este verano tan europeo y desapacible, sigo escribiendo y levantándome cada poco a fumar en el balcón. Allí el viento me acerca a París, y añoro la compañia de quien para mí no encuentra los libros que deseo. Europa es un deslizamiento; brusco, brusquísimo a veces, suave en la ilusion y el deseo. Pero también consiste en buscar los libros de otro o para otro. Como dice Steiner, Europa consiste en paseos, y en esos carteles asentados sobre muros en los que se recuerda (pues Europa consiste en esa memoria): Aquí vivió Ménard.
Escribir es una silla incómoda, afortunadamente. Se está en ella y no, se está en ella y la palabra en otro sitio. Y nunca sin novedad.