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Diario de PArís, 13 de julio de 2007 y final.

Diario de PArís, 13 de julio de 2007 y final.

Hoy he vuelto a ver la ola. He sentido el asedio de su fuerza, me sigue como ha seguido a otros a lo largo de la historia. Hay algo que me reserva y que espero con hospitalidad, nunca cae pero, como la flecha que no alcanza su objetivo, algo donde debía haber impactado se estremece. Me estremezco.

Estuve en el Musée Rodin. El pensador es una espalda curvada y cansada, el pensamiento llega cuando ya no quedan fuerzas, cuando hay que tirar de las últimas energías físicas, del dolor de músculos: la espalda, el cuello, hay algo de extremo en el pensamiento y no tiene que ver con la inspiración como don trascendente sino con estar cansado y ansioso y no poder ni dormir del cansancio en los ojos. Escribir es una tarea de la espalda y reflexionar también, de la espalda y de la mano. Los amantes condenados, Marcelo y Francesca, son el gesto de los pies, contraídos los dedos de él, laxos y abandonados los de ella. Los hombres siempre estamos a prueba en el amor.

Hay una escultura demoledora. Su título, «La edad madura».

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Representa a un hombre camino de la vejez, la muerte lo acompaña y lo guía con la palabra, es fea pero el hombre lo acepta porque es lo que toca, lo que tiene que ser, envejecer y dejarse llevar hacia el final, hay muchos finales antes de la muerte. Al otro extremo una mujer joven y desnuda tiende la mano hacia el hombre que no la mira porque cree que es verdadero el sueño de ir muriendo. En esa escultura hay una decisión y no un destino. El hombre acepta y decide irse hacia la muerte. Podría haber mirado hacia atrás y haber optado por la joven mujer (su hija, quizá su amada) pero se siente avergonzado de no ser lo que se espera que sea. Es un volumen en movimiento, la clave está, según creo, en que el hombre es la articulación de la escena, el que la puede inclinar pero, como casi todos los hombres inclina la cabeza y dice sí.

Mañana de vuelta a Madrid, veré a Segismundo y todo esto me parecerá un sueño, un bello sueño donde he sentido como hacía años. He sufrido, he disfrutado, he sentido la soledad de escribir y también la de no pertenecer, he sentido la compañía de la gente que pasa dejándote algo, he sentido una silla y una ventana y también esta luz con la que la noche se anuncia en PArís.

Au revoire.

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