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cuadernosbenjamenta

Di-soluciones

Se caía en cada hoja una línea. Cada vez era más difícil seguir la lectura, a veces se encogían las páginas o se doblaban sobre sí, las notas al pie se ponían a la cabeza, al tomar la esquina de una hoja para pasar a la siguiente se sacudían las letras, se desordenaban y sentías la implacable necesidad de volver atrás para fijarte en lo nuevo que había sido escrito (por quién?). Pero lo peor eran las líneas caídas. Las podía ver desmoronándose, a veces cayendo despacio, lentamente, descomponiéndose y deconstruyéndose de forma suave, casi amorosamente, perdiéndose en vaya usted a saber qué abismos. Y me sentía caer con ella, desmoroamorándome poco a poco (otros traducirían demoroamorándome), disolviéndome por fin pero de mentira y escapando de este mundo sin epicentro como si me revolviese entre los márgenes inseguros de una página insegura que no logra sostenerme más.

- ¿Fijará el amor la línea? Demasiado, quizá.

- Mejor intenta hacerte eterno con otra cosa.

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