Cuerdamente recuerdo. Y recuerdo.
Cuerdamente no imagino, recuerdo. No estoy loco, recuerdo. Simplemente sucede que el viento golpea despiadadamente los cristales de las casas y azota sin compasión las copas de los árboles.
Y recuerdo.
Puede que hoy, cuerdamente, sea cristal o árbol; porque me rompo y resquebrajo, me ondeo y me deshago como un débil mineral o una decrépita planta.
Y recuerdo.
Me quiebro y vibro, cuerdamente, con el batir del aire. Me rompo sin partirme.
Y recuerdo.
Y pienso, cuerdamente recordando, que esta desconsolada suerte, este pérfido castigo, me acontece por querer un día ser pluma, y tratar de dejarme llevar por el remanso de la brisa azarosa que está repleta de vacío.
Y recuerdo.
Aún así, cuerdamente, no me resigno.
Y recuerdo.
Y lucho, cuerdamente, como puedo contra el viento; porque hoy soy cristal y árbol. Y los dos están forjados, tallados, por azotes y golpeos. Cuerdamente recuerdo. Y recuerdo.
Segismundo.
0 comentarios