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Temor y temor

“El «temer por» puede referirse a otros y entonces hablamos de temer por ellos. Este «temer por» no le quita al otro su temor. Ello está excluido ya por el hecho de que el otro por el que tememos no necesita en absoluto temer por su parte. Justamente cuando más tememos por otro es cuando él no se atemoriza y se precipita temerariamente contra lo amenazador. Temer por otros es un modo del «coencontrarse» con los otros, pero no necesariamente un «atemorizarse con», ni menos un «temer uno con otro». Cabe «temer por» sin atemorizarse. Pero vistas las cosas exactamente, es el «temer por» un atemorizarse. «Objeto del temor» es el «ser con» aquel otro que podría serle arrancado a uno. Lo temible no apunta directamente al que «teme con». El «temer por» se sabe en cierto modo no «golpeado» y sin embargo lo es concomitantemente, en el «ser golpeado» el «ser ahí con» por el cual teme. No por ello es el «temer por» un atemorizarse debilitado. No se trata aquí de grados de «tonos afectivos», sino de modos existenciarios. Tampoco pierde el «temer por» su específica autenticidad cuando «propiamente» no se atemoriza.”

[Martin Heidegger, Ser y tiempo]

1 comentario

Odradek metafísico -

Heidegger, arrojado cual ser-ahí en su ser-en-el-mundo, está solo. Completamente solo. Y es lástima que su temer-por acabe en pura autocomplacencia, esto es, en su miedo a la soledad, en su miedo a que le hagan daño a través del otro, por el cual teme. Teme, pues, en verdad por sí mismo. Lo cual no extraña, si tan solo está.

Habrá que inventar, imprevisible, el temor por el otro en cuanto otro, el temor por lo que le ocurra al otro no en tanto me duela ni me afecte, sino la cierta com-pasión. Padecer juntos, o gozar, sabiendo que el otro inabarcable importa por sí mismo. Quizá no sería el menor principio de una política por venir: hacer la paz, hacer las paces, es decir, dejar sitio al otro. ¿Me atreveré a llamarlo una forma de amor?