Venecia
Venecia es una ciudad fantasma. Sus calles son fantasmas. Y sus habitantes son fantasmas.
Durante el día las almas emergen de las aguas y transitan, sin rumbo definido, las avenidas en busca de algo o de alguien.
Tras una dura jornada de repetidos encuentros con fracasos, al anochecer los espíritus se sumergen en los canales y abandonan las calles para que los forasteros se pierdan en sus recónditos pasajes.
Y la noche lo inunda todo. Lo cambia todo.
Y se hace el silencio.
Los ecos de las voces se ocultan en el húmedo laberinto de agua.
Y entonces tu espíritu camina errante. Vaga errante.
Y te das cuenta de que estás solo. Y de que sólo eres eso: otro fantasma.
El fantasma de Segismundo con 15 años menos...
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